jueves, 28 de agosto de 2008

AUFWIEDERSEHEN!!

Karlheinz te dijo que entre dos personas que se quieren ninguna separación es para siempre , que en realidad no existen los adioses porque toda despedida no es otra cosa que un simple hasta la vista. Por eso se despidió de ti con un aufwiedersehen, con un hasta la vista.

Gibt es keine lebewohl, Alle abschied ist immer nur aufwiedersehen repitió mientras te rodeaba con sus brazos y tu hubieras querido quedarte pero sabias que tenías que partir.

Pensaste que el estaba equivocado pensaste que si existen adioses que no son hasta la vista . Lebewohl!, ¡Adíos! , dijiste y estabas seguro que en cuanto subieras a aquel avión te irías de Alemania para siempre y que en Köln , y Emdem se quedarían tus recuerdos, los malos y los buenos. Porque a partir de entonces nunca tuviste 18 o 19 años, nunca, a pesar que juraste que los tendrías para siempre.

Por eso no respondiste sus cartas, por eso jamás se lo contaste a nadie y sin embargo Karlheinz no estaba equivocado y aquí estas otra vez en el tren que te lleva de Frankfurt a Köln , y ya puedes ver las torres del Dom elevándose como puntiagudos brazos de piedra listos para abrazarte y darte la bienvenida, como si todo hubiera sido ayer y no hace 15 años, sin hacerte preguntas con un simple y coloquial wie geht’s?.

Hubieras querido negarte pero no podías defraudar las esperanzas de esa gente después que habías alentados sus sueños. ¿Quien iba a decir que los únicos interesados en financiar el proyecto iban a ser alemanes y que te invitarían a reunirte con ellos justamente en Köln?, ¿No podía haber sido en München o en Kaiserlautern, en cualquier otra parte?.

El tren se ha detenido, tomas tu equipaje ( dos años de mochilear por Europa te enseñaron a viajar siempre ligero) y la ciudad de los reyes magos te recibe con su sol pálido de otoño.

Vas a buscar un hotel, no de lujo pero si decente, muy distinto del desván en el que Steve y tu vivían en donde hacía frío y había que caminar agachado para no golpearse la cabeza con las vigas.

Ya estás instalado, son las 10 de la mañana y la reunión esta programada para las 5 de la tarde . No puedes dejarte atrapar por los recuerdos, debes concentrarte en las cifras , verificar que no hayan problemas en la presentación que preparaste. No puedes dejarte atrapar.. debes distraerte, hacer algo... ¡claro! enciende el televisor.

Eso es tener mala suerte (¿o quizás no?) justo tenían que pasar un viejo programa de Musikladen con Nana Moskouri cantando en el auditorio de Trans-Tel, allí donde fuiste una vez con Steve y la viste a ella y a Limahl .No, definitivamente no vas a poder escapar de los recuerdos así que mejor vuelve al la ciudad vieja, camina por el mercado griego , entra a los cafetines de los turcos, siente el olor de los “yiros” , tómate una kölsh., y sumérgete en la ciudad y en tus recuerdos ,enfrenta tus miedos de una vez ...es lo mejor..

Las calles han cambiado poco, pero tu quieres verlas distintas. Mírate en la vidriera de esa panadería. ¿A qué le temes? ¿Crees factible acaso que uno de los inversionistas pudiera reconocerte?. Sin duda es posible que a más de uno le guste levantarse jovencitos los viernes por la noche detrás del banhof pero en el improbable evento que alguna vez te hubiera visto o hubieras subido a su BMW, ¿se acordaría de ti? ¿de ti entre tantos muchachos de piel morena sobre los que alguna vez puso sus manos rollizas y pecosas con olor a tabaco, a los que alguna vez besó con sus labios que tenían sabor a cerveza y salchichas? . Mírate ya no tienes 19 años , has perdido pelo y ganado peso. No hay razón para preocuparse.

Pero no, no es eso a lo que más le temes, lo que más temes es al recuerdo de Steve y de Karlheinz, al recuerdo de cuando fuiste capaz de amar y de entregarte, al recuerdo de quien fuiste y ya no eres... o, quizás temes descubrir que todavía lo sigues siendo, detrás del disfraz que te pusiste el día en que--mientras el avión cruzaba el Atlántico-- decidiste que nada de lo que pasó en Alemania realmente pasó, e inventaste una nueva historia en la que tu viaje por Europa fue sólo para recorrer catedrales y museos, una historia en la que trabajabas lavando platos y nunca descubriste la verdad sobre ti mismo.

Si, eso era.. has pasado quince años metido en tu disfraz y ahora descubres que aquí, en la calle que pasa detrás del banhof, ese disfraz ya no te sirve. A esta hora sólo hay gente entrando y saliendo y algunos taxis esperando pasajeros pero no puedes evitar volver a ver a Steve, buscando alguien que le pague 100 marcos por un polvo, 100 marcos que usará para comprar heroína y a pesar que no debías, te has vuelto a enamorar de él.

El amor no tiene lógica ¿por qué te tenías que enamorar de él, inglés de madre jamaiquina, heroinómano e indiferente?. Nunca lo sabrás, pero lo que si sabes es que empezaste a quererlo desde que te sonrió en el tren esa noche en que te sentías solo y triste luchando con deseos que no te atrevías a reconocer . El te hizo conocer la fascinación de lo sórdido, te sedujo , te mostró el placer y luego te enseñó a cobrar 200 marcos por hacerle el amor a hombres viejos que conducían Mercedes o BMWs y olían a cuero mojado, hombres que buscaban en tu piel bronceada la fantasía de tierras cálidas en donde los incas bailaban flamenco y cantaban cielito lindo. Si, Steve te hizo conocer el amor, pero también sacó lo peor de ti.

Estamos a mitad de Octubre pero para ti es como si una vez más hubiera llegado Diciembre y vieras la primera nieve en tu vida y sintieras una terrible nostalgia de la mesa llena en casa del abuelo, de los regalos y del verano. Porque hacía frío y nada se parecía a las postales, ni a los programas navideños de Donni y Mary. Además, Steve se había ido y el frío mezclado con soledad era todavía más insoportable. No tenias dinero porque cuando la Navidad se acerca nadie quiere sentirse pecador y los autos no pasan en las noches por detrás de la estación. Dabas vueltas por las ferias aprovechando el vino caliente que reparten gratis y mientras escuchabas el eco lejano de Oh Tannenbaum, parado en una esquina cerca de la Iglesia de San Martín, un auto se detuvo y conseguiste dinero para pagar el gas y comprar algo de comer. Dos días después, justo en la Nochebuena, Steve volvió y compartieron una cena de Navidad compuesta de café y yiros en el restaurante de un turco, junto con tres dominicanos , un chileno y dos ecuatorianos.

A pesar de todo te sentiste feliz y le creíste cuando te dijo que te amaba y te pidió tus últimos 20 marcos para comprar chocolate y pan para el desayuno. Nunca regresó y sólo volviste a ver su cuerpo inerte por unos instantes antes que la polizei se lo llevara ,cuando te pasaron la voz de que lo habían encontrado muerto en un baño público a dos cuadras del lugar donde vivían , con la jeringa todavía clavada en las venas.

Anduviste días sin saber qué hacer, días en los que hubieras querido morir para no seguir sufriendo . Hasta que te diste cuenta que tenías 19 años y podías darte el lujo de volver a empezar cuando quisieras, de entregarte al placer sin pensar en el mañana. Juraste que no te volverías a enamorar , juraste que serías joven para siempre.

Volviste a la calle y subiste a decenas de autos y pasaste decenas de noches pagadas en decenas de camas.

Y una noche en que escaseaban los autos de lujo, subiste a un Golf más bien modesto y encontraste que el conductor era más joven que todos los otros que te habían recogido. Mi nombre es Rubén le dijiste y el te contestó que se llamaba Karlheinz , ¿cómo el futbolista?, Si, como Rumenighe.

Aquel empleado de banco te agradó desde el principio, pero igual lo trataste como a todos. Jamás te imaginaste que al día siguiente estaría de nuevo allí y luego otra vez y otra, hasta que te invitó a vivir con el y aceptaste . Y luego de dos meses lo enviaron a trabajar a Emdem , y lo seguiste.

Frente al mar del Norte, en un pueblo pequeño, gris y frío fuiste por primera vez realmente feliz con otro hombre, y por primera vez te diste cuenta que ser homosexual podía significar mucho más que sexo.

Nadie te hizo sentir tan seguro, nadie comprendió tan bien tus sueños , por eso nunca pudiste entender porque te dijo que te marcharas si parecía estar tan enamorado y tu habías aprendido a quererlo, casi a amarlo .

Te dijo que debías encontrarte a ti mismo , que lo mejor era que crecieras y maduraras y que allí no podrías hacerlo.

Y te fuiste, con sentimientos confusos , con la certeza de que el amor entre dos hombres no es posible y encerraste tu corazón en una urna que colocaste debajo de una loza tan grande como la que cubre la tumba de los tres reyes magos en el Dom.

Les contaste a todos la historia que inventaste en el avión y regresaste a la universidad y terminaste de estudiar antropología y luego hiciste un postgrado en economía ...

Has pasado quince años sin volver a enamorarte, sin volver a soñar en ser feliz compartiendo tu vida con otra persona, haciendo todo lo posible por olvidarte de Emdem y recordando solo a veces ( cuando la posibilidad de acercarte a otro hombre se presentaba) , a Steve y las noches en las que te prostituías en Köln. Tus sueños ( los otros, los de tu vida profesional) se fueron haciendo reales entre cálculos de ganancias, puntos de equilibrio y el proyecto de explotación de recursos naturales renovables que podrá ser financiados por un grupo de alemanes , si acaso logras convencerlos.

Son casi las cuatro y treinta y aquí estas, listo para seducirlos con cifras y estadísticas como antes lo hacías con tu cuerpo latino que inspiraba fantasías de sol y piñas coladas. Les hablas de las maravillas del proyecto ( en alemán por su puesto) y alimentas sus sueños de ganar dinero, ayudando de paso a los pobres indígenas de la selva sudamericana...

Todos están de acuerdo , has conseguido su dinero y no han sido 200 sino 2 millones de marcos. Se dan las manos y el asesor bancario de los inversionistas te esta esperando en su oficina para cerrar el trato . Y tu no lo sabes, pero él recomendó que aceptaran el proyecto cuando reconoció tu nombre en los papeles que enviaste y ahora espera que te acerques para decirte con la misma sonrisa y la misma mirada con la que se despidió hace 15 años en Frankfurt , que tenía razón cuando te dijo que no existe un adiós definitivo, que toda despedida es siempre un hasta luego... immer nur aufwiedersehen.


1 comentario:

Orchididie dijo...

Me Encanta, esta historia la he leido varias veces, y sigue gustandome. Es tuyo el original?