jueves, 28 de agosto de 2008

OTOÑO

Han pasado muchos años en verdad, muchos años y sin embargo los recuerdos de esa época todavía me ponen muy triste. Ya no surgen con frecuencia ,he conseguido encerrarlos, bloquearlos muy profundo en mi memoria. Pero existe una clave única , un mágico password que es capaz de abrir el archivo secreto , y es algo tan simple como la caída de una hoja en otoño.

Asi es siempre, algo muy sencillo, incluso trivial como puede ser una canción en la radio , una imagen en el televisor, un vestido , un color , resulta ser el detonante preciso para desencadenar una explosión de recuerdos.

No siempre los recuerdos son tristes , no , muchas veces son agradables y los buscamos a propósito , activando conscientemente el password para poder disfrutar unos instantes de maravillosa ilusión evocando circunstancias, situaciones, sensaciones que ,conforme son mas lejanas, resultan generalmente mas placenteras.

Pero así como de vez en cuando desempolvo un disco y revivo 3 o 4 minutos de una fiesta o reviso viejos Albumes de fotos y recuerdo a amigos que no he visto en años, así mismo , me cuido de salir a caminar en otoño, no sea que de improviso una hoja seca caiga frente a mi, sumiéndome en una tristeza profunda de la que ni los discos ni las fotos , ni siquiera un vídeo de “La Guerra de las Galaxias”, podrán sacarme.

La tristeza se irá sola (hasta ahora siempre lo ha hecho) después de haber agotado mi energía , después de haberme obligado a vivir otra vez cada minuto, a repasar cada hecho y repetir cada palabra. Cuando ya este completamente aplastado, solo entonces , la tristeza se irá con la misma facilidad con la que una ráfaga de viento se llevaría aquella hoja que dio inicio a todo.

Dorado, todo se ve dorado en otoño , incluso la luz del ambiente toma un color de caramelo . La mejor hora para apreciar el color del otoño es la seis de la tarde , a mediados de Octubre , en un parque con muchos árboles.

Era el primer otoño verdadero que vivía porque en la ciudad donde nací y había vivido hasta ese momento , las estaciones no se distinguen, apenas si hay variaciones en los matices de gris. Pero allí, allí no era así; el calor y la exuberancia del verano , con sus cielos rosados hasta las diez o mas, había dado paso a días de luz mas suave , de cielos en tonos que van del ámbar claro al oro viejo.

Yo caminaba distraído mirando , disfrutándolo todo y me detuve sobre un puente pequeño que cruzaba un canal de regadío. De pronto sentí un golpe en la nalga izquierda , una palmada dada al paso. Di la vuelta y vi a una mujer con el pelo rubio flotando en el viento, montadas en una bicicleta roja, que sonreía a lo lejos divertida por mi expresión de sorpresa.

El incidente me sacó de mi arrobamiento romanticón y decidí volver a casa de Hans, donde me hospedaba. Iba a ser hora de cenar y no me gustaba llegar tarde. Caminé rápido y cuando estaba cruzando una plaza, vi a la mujer de la bicicleta roja sentada en una banca bebiendo una botella de agua mineral. No pensé , seguí mi primer impulso y me acerqué a ella.

Al principio ni se fijó en mi , pero luego se dio cuenta de quien era. Yo intentaba buscar las palabras para decir algo, pero mi timidez sumada a mi manejo no muy brillante del alemán, hicieron que me quedara mudo mirándola. Con una sonrisa ella me dijo que como le había parecido que mi trasero era muy bonito, no pudo resistir darme una palmada. Me reí y ella rió conmigo. Recién entonces pude empezar a hablar y conversamos durante una hora o mas. Se llamaba Erika y se dedicaba a hacer cine, vivía en Holanda, pero viajaba frecuentemente a Köln. Me preguntó sobre lo que hacía , de donde venía y otras cosa. Ese día llegué tarde a cenar.

Luego de esa primera vez, encontré a Erika varias veces en el mismo parque, siempre por la tarde. Me di cuenta de que me atraía y me pareció sentir que yo también le gustaba. Tendría unos 30 años, es decir once mas que yo, pero eso la hacía todavía mas interesante.

Erika tenía algo especial , un poco confuso , a la vez intimidante y seductor. Por momentos podía sentir que me manipulaba, que jugaba conmigo con la adorable perversidad de un gatito con el primer ratón que ha cazado, y eso me fascinaba, me hacía desear cada vez mas, perderme en el brillo cautivadoramente perverso de sus ojos azules.

Como ala semana de conocernos me invitó a su casa. Por mi mente cruzó enese momento un huracán de imágenes lujuriosas , proporcionalmente tan bizarras como mi timidez. Ya he dicho que era tímido pero además , no me avergüenza confesarlo, era virgen. Si , a mis 19 años jamás había estado con una mujer y por eso ,entre otras razones , había emprendido ese viaje. Me pareció que lejos de mi casa y de la sobreprotección de mis padres, quizás podría vencer mis temores , descubrir el sexo y hasta el amor.

Hasta antes de conocer a Erika no había hecho ningún progreso, me había limitado a visitar iglesias , castillos y museos. Hans , mi primo , me había dicho que si seguía así, me llevaría a Amsterdam para que perdiera mi virginidad. Mi lado romántico ,que era muy grande entonces , no quería que mi primera vez ocurriera en una vidriera, tras una cortina y a cambio de 200 guilder. Por eso la invitación de Erika había encendido mi mente.

Cuando llegué a su casa todo lo que había imaginado , todo lo que había pasado por mi mente afiebrada se hizo realidad. Erika me enseñó como hacer el amor de cientos de formas distintas, me enseñó a sacar del sexo un grado de placer ilimitado . Acudí a su casa varias noches y las pasé entre sábanas rojas o negras , sobre alfombras de piel , siempre rodeado de espejos, en algo que yo creí debía parecerse al paraíso.

Pero cometí un gran error , me enamoré. Si, me enamoré de Erika con la misma pasión con la que le había entregado mi cuerpo., con todo el ardor de mi juventud.

Y entonces todo se deshizo, como una hoja seca estrujada o pisoteada con furia.

Ella fue a buscarme a casa de Hans, me dio unos pasajes y me dijo que eran un regalo. Me pidió que firmara unos papeles aceptándolos y lo hice. Se despidió rápido y antes de irse me dejó un sobre.

Dentro del sobre habían 3,000 marcos y una carta que decía simplemente:

Javier:

La pasé muy bien contigo. Acepta este otro regalito y sigue tu viaje. Diviertete.

Adios.

Erika

No comprendí nada, fui a buscarla y me dijeron que se había ido junto con el equipo de filmación que había alquilado la casa. Le conté a Hans y el se rió, me llevó a un sex-shop y allí encontré la foto de Erika. Era una actriz porno y yo había sido su “partner” ocasional. Por eso habían tantos espejos en la casa. Los papeles que firmé seguramente habían sido mi consentimiento.

Tiempo después me vi en un vídeo con Erika y mi corazón se secó, se murió mi lado romántico y mis deseos de encontrar el amor. A partir de entonces descubrí que podía ser tan perverso como Erika y me di cuenta que tenía un don – además del don de escribir, por supuesto.

Estoy seguro que las mujeres y hombres que han pagado por pasar un par de horas conmigo, jamás podrían creer que Alguna vez fui inocente, tímido y romántico.

Y eso es lo que me pone triste , me pone triste darme cuenta de que no soy mas que un objeto con el que otros satisfacen sus deseos y a mi...no me importa serlo.

Jorge Alberto Chávez Reyes


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